Cosquilleando la piel de Limone
"Y no olvides nunca que la Tierra se deleita sintiendo tus pies descalzos sobre Ella y el Viento añora jugar con tu pelo." R. Tagore
Hogar
Va bajando, como doncella recién maquillada, del monte la cascada. Canturrea el agua cristalina, haciendo del cielo una partitura y del suelo una melodía. Y ahí van nuestros pies altivos, chapoteando en la frescura de la música inspirada en el llanto de la cañada. Su desnudez se confunde con la fertilidad de la madre, en un alegre baile nos mezclamos, piel con piel, con el entretejido micelial de todo lo ancestral.
¿Soy hongo o soy homo sapiens? Diría Zach Busch que en mi hay más fungi que células humanas, que mi antojo a dulce y sal es porque el hongo quiere procrear.
Soy un vehículo corporal al servicio del entramado social entre virus y bacteria; soy un fúngico animal.
Fluyendo van nuestros pies, recalcando los surcos que la lluvia hizo al caer, entonando con el rítmico cantar del agua al crear verde vigor y colorido florear. Imitamos su voluptuoso palpitar sin pausar en nuestro andar, deslizamos por ocoxal, encino y nopal. Hasta llegar al hogar, acogedor ritual de fuego, incienso y abrazo carnal.
Regresarnos al Ser-Animal, pausa y respirar, transitando placeres y desnudeces, realidad corporal el amor nunca frenes.
Cielo gris, mirada miel, tanto placer tiene que florecer. Florece en el rezo que cargas en tus labios, pidiendo al hikuri por familia, manto y regalos de sabios.
Vientre sagrado, tu cargas algo milenario, en ti descansa la mano del de al lado, ser alado desplegando rezos, plegarias y cantos. Te escucho: hermano, compañero, ser amado. Te entrego: sangre nutrida por la vida anhelando ser más vida.
Silencio, silencio en esta casa nuestra a mitad del bosque. Tu y yo, y, ¿se habrá acabado el mundo? Me desprendo de este cachito de Tierra en el que cada vez me enraizo más profundo, la distancia física que pongo entre mis raíces y mis brazos al viajar se vuelve abismal. Mi cuerpo con su espondioloartritis no quiere despedirse de este nido de juego, amor, abundancia y siembra. Suspiro, tratando de calmar el dolor de mi espalda, diciéndome a mi misma que es una búsqueda y un encuentro, no una despedida.
Como la nube al bosque, me envuelves completa, tu ser entero se vuelve arrullo. Pronto habrá todo un océano entre nuestros ombligos, por ahora es canción de cuna la pupila con pupila, quietud de miradas, suavidad de entrecejo, respiración pausada.
Y lo se, lo siento, te siento.
Llegar
Pareciera que me traje la lluvia conmigo para sentir tu latido sobre mi piel, tu que eres el cielo y su sol. Eso me dices, "No tengo muchas palabras, solo aquí, Sol." Y si, no hay duda, eso eres: ese calor, esa presencia -nutrimento- impulsando el bienestar desde el fogón interno. Sigo descubriendo quien eres, cuidando no proyectar quien pienso querer creer que eres. Sabiendo que el amor es algo que hecho está, y no algo que interpretar.
Cada vez se acerca más mi ser corporal a ese pueblo que parece tallado de la piedra que lo rodea, Limone Sul Garda, nacido de una acuarela pintada por los olivos y los empinados riscos. Hay una resistencia en mi, me bajo del camión a escasos minutos de llegar, súbitamente necesito un baño y desfogar todo lo que mi cuerpo está somatizando. ¿Qué hay al borde de ese lago que me oprime tanto los intestinos? Miedo. Miedo a lo que detonan las memorias que ahí nacieron.
Es 2017 y mi cuerpo jet-laggeado se tumba en la playa de piedra a esperar a mi hermano Tom. El sol se despidió con un largo y mojado beso del lago, y mis ojos recibieron la obscuridad con entusiasmo. Me despierta del profundo cansancio el delgado cuerpo de Tom abrazándome y riendo a cántaros. Esa risa que es como el arroyo sobre los guijarros, una celebración a la simpleza del movimiento orgánico.
Me quedo frente a la parada de camión dudando si seguir mi transición. Hay una cama de nubes ocultando el pueblo al que voy, mi mirada igualmente nublada busca la silueta de mi hermano en la orilla del lago di Garda. Lo veo retozando en las tenues olas, el viento jugando con su risa, su esbelto cuerpo encontrando en el agua compañía. Cierro los ojos y suavizo mi voz interna, construyo el puente que cruza de la queja a la plenitud, el puente llamado gratitud. Agradezco estar aquí, escuchando la risa de Tom con cada paso que doy. Llega el camión.
Las bugambilias espolvorean la caliza llenando las casas con tintes impresionistas. Llegué a la hora en la que el frío azuza los cuerpos humanos a juntarse en la sala, a través de las ventanas veo los vapores del té chapeando conversaciones, masajeando corazones.
Me voy directo a saludar a los cerros, cerros es un decir, estos desfiladeros que besan el cielo me doblan en reverencia ante su magnitud.
“Holaaaaa!!!” aúllo a los 4 vientos.
Subo suavemente 700 metros de desnivel, lo suficiente para estar por encima de la cama de nubes y poder deleitarme de las bocanadas de luz en este colorido atardecer. Me doy unos minutos para recolectar semillas, mi corazón se vuelve frondoso al estar en compañía de la creatividad aguardando a ser vida. Olivo, olmo, carpinus, kumquat. Que ricas y necesarias estas pausas para conectar con la vida ¡gracias! Dejo que el viento me recuerde que mi recorrido puede ser anemocórico, y que mis intercambios pueden nacer del silencio y florecer en los placeres sin léxico.
Pedir
Que lento transitan los días previos a una carrera, la espera vuelve todo una lánguida escena que ya conozco demasiado bien: cuidar que comer, que no comer, cuanto comer, cuando comer. ¡Mentalmente se vuelve drenador! ¿Qué elementos puedo poner en ese puente de gratitud, para salir de la queja e ir hacia la plenitud?
La amistad, el humor. Kalie es la amiga perfecta para ello, que fortuna me regaló la vida al ponerme de nuevo como compañera de cuarto a un ser como ella. Este deporte es un goce, junta pura cabra loca de monte y nosotras nos deleitamos en el convivir. Se vuelve una delicia el estar juntas, me pregunto si será igual para los hombres, o si la limitante narrativa del camino del héroe los constriñe en el compartir.
Las cenas se vuelven un vulnerable intercambio de historias, me confirmo una vez más que mi ofrenda es hacia el tejido femenino, que sanar nuestras heridas es sanar la herida de la humanidad. Me duele también esta historia que tanto se repite de la maternalización del narcisista varonil, de como terminamos siendo enfermeras de las heridas no trabajadas del patriarcado auto-mutilante. Pero aquí estamos las unas para las otras, rezando por el sagrado masculino, que encuentre su flama y con ella alumbre su propio andar. El mejor regalo que podemos ofrendar es nuestro propio sanar, sin juicio, con amor incondicional, y sabiendo soltar lo que no nos corresponde maternar.
Agradezco por los hombres en mi vida que saben que la sanación es una decisión diaria para poder retomar su poder personal, que con valentía ven sus sombras, que con compasión y responsabilidad transmutan las carencias y cuestionan sus creencias. Le pido a mi hermano Santi me saque una cartita para la carrera, olvidé mi deck en casa y mi mente está dispersa, necesita un mensaje aliado de los espíritus alados. San va a mi casita y le canta a las cartas, cada vez es más un canal de expresión divina; con profundo amor agradezco por su vida, lo admiro tanto por el trabajo que hace diario para desprenderse de las capas del limitante patriarcado.
Ufff gracias Santi por tomarte el espacio, lo necesitaba. Agradezco este día, que mañana sea una gran melodía.
Ofrendar
Amanece soleado, la humedad se pega a la piel, me digo a mi misma que es el cielo lamiendo mi cuerpo. Se que la primer subida con este calor va a arder, pero así tiene que ser si quiero fundir lo que sea que de pesadez llevo en mi. Estoy lista para esta metalurgia, que mi cuerpo recuerde es moldeable y mi espíritu sepa la caliza es la castina necesaria para deshacerme de la ganga.
Configuro mi reloj para solo ver el perfil de altimetría, nada de números hoy, que sea el fervor el que impulsa este motor.
Empezando la subida mi cuerpo se siente pesado, y no me lo quiero recordar, pero se que está bastante más pesado, impulsarlo por este kilómetro vertical demanda toda mi presencia; venga Kari, yo elegí esto. Sin ponerle peso extra a ello, me pasan unas 8 chicas. Respiro a través de esta incomodidad y me recuerdo a mi misma que la frustración es una mensajera, “¿Qué necesito cambiar en mi para trascender la incomodidad?” Pasos más largos y usar más mis brazos, inmediatamente acelero el paso sin aumentar mi frecuencia cardiaca, gracias presencia.
Comienzo a subir más rápido y salgo de este caldo al refrescante bosque y las aéreas aristas, veo a Tom en el perfil de la vereda contra la piedra y mi cuerpo se relaja, logro acelerar mi movimiento y mantenerme en el momento.
He competido con estas chicas antes, puede que estén mucho más entrenadas que en otras ocasiones, pero estamos yendo a un ritmo más fuerte que en otras carreras, si quiero mantenerlo tengo que cuidar mi nutrición. Pronto vendrá el punto donde me esperan con mi siguiente botella con Energy Swear, así que me termino lo que me queda de ello, otro gel y a seguir con el momentum.
En la segunda subida alcanzo al grupo que persigue al podium, las primeras 3 no están a la vista, pero me mantengo enfocada en lo que SI hay.
"C’mmon roomie!! Lets go Karina!” Escucho a Kalie y sonrío.
En fila delante mío veo a Hillary, Kalie e Iris. Todas enfocadas, habitando su poder personal, transitando las incomodidades con fuerza, paciencia y entrega. Me inspiran, no las veo como “rivales” o alguien a quien vencer, las abrazo con amor desde donde yo estoy y agradezco como nos impulsamos las unas a las otras. Nos cuidamos, nos acompañamos en este cosquilleo que le hacemos a la Tierra con nuestra enérgica pisada, e independientemente de quien llegue delante de quien, se que nos celebraremos mutuamente.
Veo la curva de desnivel y acelero, pronto termina la última gran subida, y si quiero rebasarlas tengo que llegar con ellas al final del ascenso y usar mi fuerza en la bajada. Así lo hago, Iris tiene el hombro lastimado y va a cuidar su descenso, gentilmente y con la cara un poco triste me cede el paso, “Jaya Mata Kali Jaya Mata Durge” digo en mi cabeza al pasarla, deseando la acompañe la fortaleza de Kali y la determinación de Durga, gracias.
Alcanzo a Hillary al inicio de la bajada, es una gran resbaladilla de hoja y lodo por debajo, justo como casa las últimas semanas antes de venir; ella se resbala y frena, yo me resbalo y aprovecho el movimiento para pasarla por el lado. Llega a mi esa rica sensación de esquiar en lodo que cultivé el último día en casa con Santi y Werner, deslizándonos descalzos por las cañadas. Libremente me permito fluir, acompañada de la energía de mis hermanos, agradecida con quienes estoy decidiendo compartir tiempo y armonía.
Acelero más, aún quedan unas subidas y mis piernas están exhaustas. Cambio la perspectiva de mi mirada, recordando la carta que sacó Santi, viéndome a mi misma desde otros cuerpos. ¿Cómo me ven estos Olmos, estos Pinos, esta húmeda tierra, esta Caliza, este Viento? ¿Cómo me ve Tom si está ahora corriendo conmigo? Relajo mis hombros y mi cuello, enfoco mi mirada y mi aliento, sonrío, agradezco, empujo y encuentro energía en todas esas presencias aparentemente externas. Yo soy eso.
Llego a la cumbre de la última subida, y veo la larga bajada por delante, “Venga Kari, a bailar sabroso, puro zapateo jarocho. A dejarlo todo ahora, si no es hoy, ¿cuándo?”
En este alegre fluir de presencia y reír, alcanzo y paso a la tercer y segunda chica, sigo con la danza, permitiendo mi respiración sea una alabanza a los empinados cerros que hoy me dieron posada.
Llego al cemento, no lo rechazo, no lo categorizo; me imagino que todo ese ímpetu que se acumuló con mi movimiento durante la bajada me empuja por la espalda y me acelera hasta llegar a la orilla del lago. Aguanta, aquí concentrada, no te vayas allá adelante ni allá atrás. Aquí estas. Ahora. Respíralo, trasciéndelo. Sat Ta Na Ma. Infinito, vida, muerte, renacer. Ecdisis: cae aquí mi vieja piel, para convertirme en lo que siempre he sido y no recordaba ser. Infinita, vida, muerte, renacer.
Sembrar
Esto que logré en las montañas italianas es mucho más que un segundo lugar en la copa mundial de skyrunning, es la semilla para el germinar; yo la Tierra, él el Sol, nuestro encuentro el Agua. Lo sé porque lo pedí, lo ore, lo recé: mis dos intenciones no están peleadas entre si, ambas están al encuentro de lo mismo. Esta búsqueda de correr en solitario es para ponerme al servicio de lo comunitario. Ahí está el encuentro profundo, en ofrecer lo que gané en esta carrera, al servicio de la vida junto con mis seres amados.
Esto es para ustedes: hermano, hermanas, compañero. Esto es para la simbiosis micorrizal que decidimos habitar al convidar. Con vida dar. Para llenarnos de flores las manos, y de barro los pies descalzos. Esto es para el, el que le devolvió a un campo de golf su vestido hojarasca y su aullido animal. Porque en las entrañas de la noche lo llamé hogar, nos llamé hogar. Y no tengo miedo, se que de mi emana esto que es eterno. Lo decido compartir contigo mago del bosque, con mis hermanas brujas lunares, con mi hermano hongo hechicero.
Limone fue la culminación de un rezo, fue ver el manantial qué son mis lágrimas y la luz en el cerrojo de mi alma.
28 de octubre del 2023, luna llena, eclipse en Tauro, transitando la despedida, llegando al cierre del ciclo doloroso de no perdonarme a mi misma y repetir patrones por pensar el perdón veía de alguien externo. Me perdono, me amo, me agradezco profundamente todo cuanto he amado. Este alegre palpitar no tiene porqué dejar de danzar solo porque no fue acompañado en un sincrónico andar con el ser al que tanto tiempo ofrecí mi presencia espiral. Me perdono por flagelarme tantas noches pensando la súbita muerte de mi hermano fue mi culpa. Me abrazo completa, me libero de la ronca voz del eterno dictador, del apego a la tirria y a la victimización.
Así, abierta a mi propio amor, a través de las lágrimas de la transparencia y la absolución, veo el espejo precioso que somos todos. Cada quien en su tumultoso viaje de perdonar y pedir perdón, acompañándonos a través de las sombras, encontrando las cosquillas en los dolores y la paz en los rencores.
Limone fue un juego, una danza, una ofrenda; un rezo al cerro, a los elementos y a la familia extendida que hoy llamo hogar. Que esta expansión de pulmones y trascendencia corporal, sirva primero a la fértil Tierra que nos recibe en su lecho maternal.
Hecho está.
Wow Kari, me conmoviste profundamente, que maravillosa escritora, que maravillosa corredora, que maravillosa mujer de tierra, te quiero muchísimo y admiro infinitamente
Ha sido maravilloso lo que he sentido leyendo este relato. Gracias !!